¡Bienvenido el TIEMPO de ADVIENTO!
El Adviento es la época dada por Dios para prepararnos para la llegada de su Hijo al mundo y a nuestras vidas. ¡Jesús está por venir! El Salvador está llegando. La promesa de Dios está por cumplirse…
¿Cómo nos preparamos? Pues con mucha fe y humildad. Es lo que necesitamos para dejar nuestras preocupaciones de lado y abrir nuestras puertas para que Dios habite en nosotros y nos dé un nuevo nacimiento a través del nacimiento de Jesús. Qué mayor amor que sentir la presencia de Dios entre nosotros, dándonos constantemente su bendición. La corona de Adviento está hecha para ayudarnos en este proceso de preparación y expectativa en lo que vendrá. Recordemos entonces su significado:
La Corona de Adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Esa esperanza no tardó en encontrar su mejor sentido: la esperanza en la venida del Hijo de Dios. Jesús vino para hacer todas las cosas nuevas y para ser la verdadera luz. La luz que prendemos en la oscuridad nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad, trayéndonos luz divina que alumbra nuestra vidas en el amor de Dios. Así, todos juntos y unidos en Dios a través de Cristo, también somos luz: «Ustedes son la luz del mundo» (Mateo 5:14).
La luz de las velas indica que Jesucristo es la luz del mundo y la luz que ilumina nuestro camino, nos aleja del miedo y favorece nuestra comunión con los demás. El color verde de las ramas nos recuerdan la vida y esperanza; la vida eterna y la naturaleza creada por Dios. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: la venida de Jesucristo al mundo y a nuestras vidas. El encender domingo tras domingo una vela, incluyendo la del domingo anterior, representa nuestro acercamiento a la experiencia de la presencia luminosa de Dios en la Navidad.
Cada vela tiene un significado que nos ayuda a prepararnos para la venida de Cristo: 1er Domingo: la Esperanza; 2do Domingo: la Paz; 3er Domingo: el Gozo; 4º Domingo: el Amor; y el día de Navidad: el Nacimiento de nuestro Salvador. El círculo nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, sino que es eterno, así como lo son su misericordia y amor para con su Creación y toda la humanidad. El Adviento comienza con la vela de la Esperanza, que nos muestra el camino hacia donde vamos: la esperanza en Dios, en una nueva y mejor vida, en sentir y experimentar la presencia de Dios. Continúa con la Paz, poniendo de manifiesto la paz que sentimos cuando reconocemos a Dios en nuestras vidas y cuando vivimos en la esperanza en Dios. Esa paz ahora nos conduce al Gozo, que refleja la mayor alegría y regocijo que podemos sentir, luego de que la paz de Dios inundó nuestros corazones y vidas. Culminando nuestra preparación, comprendemos que todo este período es una muestra más del gran Amor de Dios por nosotros y por toda su Creación. Ese amor de Dios es el que nos congrega hoy y el que nos mantiene en pie durante nuestras vidas. Es la razón de nuestro ser y de nuestra esperanza, gozo y paz. Llenos del amor de Dios y de su buena Voluntad, celebramos el día de Navidad, el Nacimiento de nuestro Salvador, la venida física y espiritual de Dios al mundo. Gracias a la Navidad, millones de personas en el mundo pudieron y hoy pueden experimentar a Dios de manera más personal y comunitaria. Es Dios entre nosotros (Emmanuel) el que viene a nuestro encuentro.
¡Preparémonos para recibirlo con corazón abierto y que habite entre nosotros!